viernes, 1 de mayo de 2009

El tema de hoy es... el ZORRO!!! (de abigailbrown)

Protagonista de muchas fábulas.
Y por ello, os voy a relatar un cuento persa titulado:
"El conejo, el zorro y el lobo"

Dice así: Un hambriento lobo sorprendió a un conejo que estaba durmiendo en su agujero. Justo cuando quiso saltar sobre el conejo, éste se despertó.
El lobo le enseñó sus colmillos y murmuró:

-No te vas a escapar de mí.
Los dientes del conejo sonaron de miedo:
-Ni siquiera se me pasó por la cabeza- contestó temblando- Pero me temo que no podrás satisfacerte por mi carne, puesto que soy muy flaco y huesudo. Mi vecino, el zorro, podrá ser un manjar muy apetitoso para tu paladar. Es muy gordo.
Si tú quieres podré traértelo.

El lobo fue seducido por la propuesta del conejo.
-De acuerdo, ¿Por qué no? De todas formas, no podrás escapar.
Y se dejó guiar por el conejo en dirección
del agujero donde vivía el zorro.

Unos metros más adelante,
el conejo se detuvo y dijo:

-Espera aquí un momento. Voloveré enseguida.
- Y saltó dentro del agujero.

En el interior le dijo al zorro:
-Querido vecino, ¡No sabes las últimas noticias! Un piadoso ermitaño egipcio está en nuestro barrio, y ha oído acerca de tu vidaaltamente moral y quiere hacerte una visita.
-¡Realmente debe de ser muy piadoso para venir a escuchar a un zorro! Un invitado siempre será bienvenido a mi humilde refugio. Me alegrará recibir al ermitaño en mi modesta casa, pero me temo que no está muy limpia. Si eres tan amable dile que yo le recibiré en cuanto ordene mi casa, contestó el zorro, fascinado por el comentario de del conejo.
El conejo salió de allí para dar las buenas noticias al lobo. En esos momentos, el zorro se puso a cavar un pozo muy profundo, lo tapó con hierbas y frotó es suelo con la grasa seca. Luego, se puso en la puerta y con mucha educación dijo:
- Por favor, entra venerable ermitaño.
El lobo entró en la madriguera y el conejo le siguió. Nada más entrar se deslizaron y cayeron en el fondo del pozo.
El lobo gritó con furia:

-Esto te costará la vida, y antes que el conejo
pudiese reaccionar, lo hizo pedazos.

Cuando el viejo sabio terminó su relato,
el joven rey se quedó pensativo y luego dijo:

-Los sabios no se dejan seducir por
bellos discursos ni por la adulación.

Es un relato para los cobardes.

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